jueves, 31 de mayo de 2007

crítica "Meet John Doe"


CRITICA “MEET JOHN DOE”

“Juan Nadie”, una genial película de principio a fin, es como no, uno de los grandes éxitos del director siciliano Frank Kapra, rodada en 1941 y con resultados increíbles en taquilla.

La trama del film comienza con una carta al director, como último artículo de la periodista Ann Mitchell (Barbara Stanwyck), antes de su despido. La publicación del mismo desencadenará este increíble largometraje. Ella misma firma como “Juan Nadie”, un americano común descontento con el sistema y que amenaza con suicidarse en Nochebuena. El revuelo de esta carta, hace que el periódico se vea obligado a crear un Juan Nadie, que sería John Willoughby, un vagabundo ex jugador de béisbol, que afirmaría ante todos haber escrito esa carta y ser el presunto suicida.

Aquí se critican todos los estamentos de la sociedad. La historia hace un tremendo ataque a la hipocresía de los grandes poderes del país: la manipulación de la política y los medios de comunicación con su capacidad de influencia en la población. Muestra abiertamente los engaños y los intereses económicos de los líderes políticos de América, que intentan aprovecharse del protagonismo y del éxito de Juan Nadie en la sociedad de los 40. Este joven, admirado por todos y que reparte esperanzas en el pueblo llano, será traicionado por los magnates dirigentes del sistema, que acabarán destruyendo al protagonista.

Un estupendo Gary Cooper encarna a un Juan Nadie, representando un magnífico papel como líder, aunque ayudado por la confianza ciega del pueblo, que igual que lo encumbran en lo más alto, lo abuchean al descubrirse la verdad de la trama destruyendo su honor y haciéndolo caer. Sin embargo, John Willoughby contará con el apoyo incondicional de su amigo, también vagabundo, “el coronel”, a quien da vida Walter Brennan. Un secundario de lujo que sale a flote en los momentos más claves del fenómeno socio-político que envuelve a su amigo John, y aportando además un toque cómico a este drama en toda regla que incluso llega a tocar el suspense. También cabe destacar la excelente representación de James Gleason como editor del periódico.

Es importante destacar el rodaje del film en blanco y negro, con lo que se consiguen unos contrastes estupendos. Kapra juega con las luces en las escenas así como lo hace con las sombras. A esto se suma y sigue con la banda sonora. Es el compositor estadounidense, Dimitri Tiomkin, quien aporta la nota musical, que se integra entre multitud de canciones y marchas americanas. Este repetiría éxito con Kapra en el 46 con una estupenda banda sonora para la película “¡Qué bello es vivir!”.

Como aspectos negativos, subrayar la redacción del guión de la película, ya que los diálogos carecen de creatividad. Asimismo tampoco convence la interpretación de Barbara Stanwyck, quien en un principio sería una periodista ingenua y recatada, acabaría convirtiéndose en una escritora sensacionalista y más tarde arrepentida por el realmente “don nadie” en que se ha convertido Jonh Willoughby.

Quizás el film de uno de los maestros indiscutibles del cine norteamericano, no llega a la altura de sus mejores trabajos como “Sucedió una noche”, “Caballero sin espada” o “¡Qué bello es vivir!”, pero consigue otra inteligente reflexión sobre la importancia de los ciudadanos anónimos.

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